martes, 28 de junio de 2011

En cuanto desperté supe que algo no andaba bien.
Era raro, como si de repente todo mi cuerpo me pesara menos. Me resultaba dificil moverme, parecía que todo a mi alrededor tenía más fuerza que yo. Curiosamente no me importó, como casi todas las cosas en los últimos días. De todas maneras resultaba un poco molesto: dar un solo paso me tomaba alrededor de 30 segundos, y tenía que hacer muchísima fuerza para llegar al suelo; la más mínima brisa me arrastraba por todas partes; y  estaba transpirando bastante más que de costumbre...
"Qué complicado resulta todo", pensé.  A la vida no le bastaba con llenarme de piedras, baches y tornados el camino, además me tenía que hacer intangible y liviana como una pluma para que me fuera directamente imposible seguir ese camino. 
La situación se estaba agravando, ahora mis pies habían comenzado a desvanecerse. Naturalmente, las condiciones en las que me encontraban no podían de ninguna manera ser las reales; debía tratarse meramente de una alucinación, producto de hacer una proyección en mi propio cuerpo de lo que yo creía que era mi relación con el mundo: al mundo no le importaba que yo existiera, y a mi no me importaba existir en el mundo.
Ya había perdido mis piernas, y ahora mi torso estaba siendo la víctima de este inexplicable cambio en mi fisonomía. Estaba experimentando una serie de sentimientos encontrados: por un lado, sería una pena no poder ya disfrutar de una caminata en otoño un domingo por la tarde; pero por otro lado, la idea de tener la capacidad de volar libremente sin algo que pegara a la tierra resultaba más que tentadora.
A estas alturas, el dilema ya importaba poco. La única parte que restaba visible de mi cuerpo era mi cabeza. Primero, desarapecieron mis orejas, después mi pelo, después las cejas, después el mentón, después los cachetes, después los ojos...Lo último en desaparecer fue mi boca. Ésta sonreía, ya que había descubierto que mi cuerpo no había simplemente desaparecido, se había evaporado (muy poéticamente, si se me permite decir) en el aire, y había creado mi propia nube.
Esta nube recorrió sin apuros todo el mundo, se fue uniendo a otras y haciendo más grande, hasta conformar una inmensa nube que cubría toda la tierra. Y de pronto, comenzó a llover.
Y fue así como logré llegar a todas partes del mundo: mojé las mejillas de una anciana en Nepal, limpié las manos de una niña somalí, arruiné el peinado de una joven canadiense, humedecí los labios de un frencés enamoradizo, resbalé en la caparazón de una tortuga gigante en las Galápagos, y cambie los planes de un grupo de amigos en la costa de Brasil.
Lo más curioso es que...nunca antes había sido tan feliz como en aquel primer día de mi no vida.

lunes, 20 de junio de 2011

mis muertos en el cajón

Sin afán de presumir, regodearme o jactarme de nada, decidí hacer una breve mención de ciertas cosas. Cosas que no estoy muy segura que diría si alguien me las preguntara a la cara, o por lo menos lo pensaría varias veces antes de responder.
Léase atentamente que no recurro a este medio para desahogarme y ahorrar los pesitos de terapia. Simplemente me pareció oportuno sincerarme un poquito más con el mundo, y dejarle las cosas lo más claras  posibles a aquellos que tengan la voluntad de leerlas (de más está aclarar que aquí nadie está obligado a nada).
Aclarado ya todo, les doy la bienvenida a esas cositas que puede que Candela nunca te cuente:



- Una vez me hice el alisado permanente
- Tuve piojos hasta avanzada mi pubertad
- Después de 5 años de tocar la guitarra, aún me es imposible afinarla sin ayuda de mi afinador
- Durante varios años de mi educación primaria, estuve segura de que iba a terminar siendo lesbiana
- Tengo un severo fetichismo con la gente pelirroja
- Una vez me puse a bailar frente al espejo para ver cómo lo hacía

- Cuando digo que no tengo monedas para prestarte, sólo la menor parte de las veces es cierto
- Aún conservo mis CDs de Bandana, Avril Lavigne, Hilary Duff y ABBA teens

- Tengo muchas ganas de volver a tener un álbum de figuritas para completar
- Me hice pis en la cama como hasta los 5 años
- Yo también le pedía a la gente que me firmara el fotolog
- Veo cuanto reallity de Sony o People & Arts se me pase por enfrente
- Me siento capaz de decir estas cosas porque sé que sólo lo leerán alrededor de 2 personas



Mi nombre es Candela Paruelo y soy así. Mucho gusto.

martes, 14 de junio de 2011

sábado, 11 de junio de 2011

Pensando en vos me puse a caminar. Pasé por diferentes lugares y noté que las cosas estaban ligeramente distintas...
Caminando de costado, me topé con una nube en la vereda. Me tropéce y caí hacia arriba y enseguida me levanté para abajo.
Ví un águila agotarse del planear en el infinito. Descendió y se tómo el subte, la línea D.
Al llegar al mar, contemplé la puesta del sol por el norte. Las olas me perseguían por la izquierda, por la derecha, por adelante y por atrás.

Tomé un puñado de arena y no se me escapó ni un sólo granito. Agarré 4 tiras de agua y me puse a hacer macramé.
Pasé por Córdoba sin oír ni un solo cuarteto. Los cordobeses se habían vuelto alérgicos al fernet.

Pude llegar caminando hasta Italia, y el Atlántico no se interpuso en mi camino. Ví a la Torre de Pizza caerse para el otro lado.
En Francia se les había acabado el queso, el vino y el paté. Ahora se bañan todos los días.
Emocionada arribé a África, y disfruté viendo a los animales en jeeps fotografiando compulsivamente a hombres asustados y perdidos.
Ya de vuelta en mi habitación, me miré al espejo. Mis brackets habián sido reemplazados por pequeños caramelos masticables. Y mi pelo lacio era amarillo como el sol.
Sin alarmarme me recosté en la cama, sonriendo. Mientras me iba dando cuenta de cómo rompías con todos los esquemas (los del mundo y los míos), pensaba: cómo me encantás.

domingo, 5 de junio de 2011

cosita para vos.

23, 24, 25, 26, 2....2....uy, perdí la cuenta. Vamos de nuevo: 1, 2, 3, 4, 5....no, definitivamente es imposible, ¡tenés demasiadas pecas !
Te digo esto y al principio te ofendés. Te miro un ratito a los ojos hasta que te das cuenta y te empezás a reír. Te reís un poco más fuerte. Te estás riendo demasiado. Me estás empezando a preocupar, tu cara está de un dudoso color bermellón. Te seguís riendo como si tu vida dependiera de ello; lo curioso es que parece que al reírte en realidad estás perdiendo la vida.
Me causas gracia. Me empiezo a reír yo también, aunque poquito, ya estoy bastante acostumbrada a que te pasen estas cosas. Al rato paramos y esperamos a que se los relajen las mejillas.
Después te ponés seria y me decís que tenés un grave problema. Me lo decís con una cara tan trágica que pienso que me vas a contar que te tenés que ir del país por 6 años. Finalmente me empezás a contar aquello que te atormenta. Te alterás bastante, decís que no entendés nada ni a nadie, que das vueltas, que te dan vueltas, que no sabés que hacer, que estás confundida, que te dijeron algo pero capaz te querían decir otra cosa, que no sabés lo que te gusta o lo que no te gusta, que sentís que estás a punto de colapsar mentalmente.
Mientras hablás infinitamente a una velocidad incomprensible, mezclando palabras, haciengo miles y miles de gestos porque no sabés expresarte, yo me voy dando cuenta que estás exagerando.
Te digo: "pará, pará....calmate un poco." Te pongo los pensamientos en orden. Te hablo con voz tranquila y pausada. Intento tranquilizarte. Finalmente lo logro. Me pegruntás cómo podía entender lo que me estabas diciendo, porque ni vos misma te entendías. Te contesto: "porque te conozco. Te conozco bien". Sonrío. Sonreís. Me das las gracias por ayudarte.
No, gracias a vos por hacerme ser lo que soy.