domingo, 29 de abril de 2012

Amaneceres con gallos y canarios, inmortalizados en un despertador que parece no conocer la clemencia.
Allá afuera, la masa despierta y se encarga iniciar la marcha diaria, entre lluvias de bocinas y adoquines, conformando una coreografía que se desarrolla en perfecta sinconicidad.
Los sabios saben escoger las calles y pasadizos secretos, encontrando los oasis de puestos de flores cuyos sahumerios nos alejan por unos segundos del humo y el moho.
Tres rosas rojas reposan en una botella de cerveza vacía, buscando algún valiente rayo de sol que logre colarse por entre los edificios.
Desafortunados aquellos que no lograron aún abrir los ojos, reponsando en un lecho de baldosas flojas y cartones húmedos, víctimas de la indiferencia social.
Música que con esfuerzo logra disipar la niebla que la noche no se quiso llevar.
Osados los que tienen la valentía de pararse en medio de la avenida buscando con deseo el cielo azul y consiguen, haciendo oídos sordos al qué dirán,
encontrar la poesía en la ciudad.

martes, 24 de abril de 2012

viernes, 6 de abril de 2012

La primer hoja cayó suavemente del árbol, sin saber que con su caída acababa de alterar por completo el equilibrio del universo. 
En la hoja ya no podrá reposar el capullo de la oruga. Del capullo nunca nacerá la mariposa que inspirará al poeta. El poeta decide entonces escribirle al sol. La luna se siente olvidada y nunca más gira alrededor de la tierra. Las estrellas dejan de brillar, víctimas de la soledad. Las noches acaban por perder su encanto, y ya nadie volvió a encontrar refugio en la oscuridad.
La hoja en su caída se vuelve hombre. El hombre toca el suelo y, con cuidado, abre los ojos. Se encuentra en un mundo que vive sólo de día, sin el cantar de las lechuzas, sin cenas a la luz de las velas, y sin ojos soñadores que reflejen el brillo de las estrellas.

El hombre se irguió decidido y dio sus primeros pasos al horizonte.
Intentando recuperar el equilibrio perdido.