sábado, 23 de febrero de 2013

De viento y sol sus anhelos,
de granito y cal sus realidades.

Sentada sobre una piedra le sonreía al río que corría a sus pies. Ahí, lejos de casa, se le hicieron presentes todas esas cosas que podría llegar a extrañar; esas cositas que, cuando estaba a la deriva, la hacían poner un poco los pies sobre la tierra. Pero, ¿era ahí donde quería tenerlos?

De concreto y adoquines su presente,

de marea y barro su futuro.

Sintió el agua que corría entre sus piernas y, por primera vez en mucho tiempo, sintió sólo paz en su cuerpo. Podía verlo todo sin abrir los ojos, podía percibirlo todo desde donde estaba. Eso que tenía a su lado, y también acercando todo lo que estaba lejos.
Poco a poco se fue dejando arrastrar, hasta volverse agua ella también y nadar libre río abajo. La corriente no la arrastraba, marchaban juntas, como pares, como iguales. Entonces lo supo.

Ahí, lejos de casa, encontró su hogar.